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  • En una guerra nuclear no habría vencedores, sólo víctimas. La verdad de la paz exige que todos -tanto los gobiernos que poseen abierta o secretamente armas nucleares como los que planean adquirirlas- acepten cambiar de rumbo mediante una decisión clara y firme y se esfuercen por lograr un desarme nuclear progresivo y concertado. Los recursos que se ahorrarían podrían emplearse entonces en proyectos de desarrollo capaces de beneficiar a todos sus pueblos, especialmente a los pobres.