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Todas las comunidades se dividen en pocos y muchos. Los primeros son los ricos y bien nacidos, los otros la masa del pueblo. Se ha dicho que la voz del pueblo es la voz de Dios; y por mucho que se haya citado y creído esta máxima, en realidad no es cierta. El pueblo es turbulento y cambiante; rara vez juzga o determina lo correcto. Dad, pues, a la primera clase una parte distinta y permanente en el gobierno.