Autores:
  • Dios no causa nuestras desgracias. Algunas son causadas por la mala suerte, otras por malas personas, y otras son simplemente una consecuencia inevitable de nuestro ser humano y mortal, que vive en un mundo de leyes naturales inflexibles. Las cosas dolorosas que nos ocurren no son castigos por nuestro mal comportamiento, ni forman parte en modo alguno de un gran designio de Dios. Puesto que la tragedia no es voluntad de Dios, no tenemos por qué sentirnos heridos o traicionados por Dios cuando nos golpea la tragedia. Podemos acudir a Él en busca de ayuda para superarla, precisamente porque podemos decirnos a nosotros mismos que Dios está tan indignado por ella como nosotros.

    Harold S Kushner (2011). “When Bad Things Happen to Good People: 20th Anniversary Edition”, p.159, Pan Macmillan