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La oscuridad de la injusticia racial sólo se disipará con la luz del amor que perdona. Durante más de tres siglos, los negros estadounidenses se han visto frustrados de día y desconcertados de noche por una injusticia insoportable, y agobiados por el feo peso de la discriminación. Obligados a vivir con estas vergonzosas condiciones, nos sentimos tentados a amargarnos y a tomar represalias con el odio correspondiente. Pero si esto ocurre, el nuevo orden que buscamos será poco más que un duplicado del viejo orden. Con fuerza y humildad, debemos responder al odio con amor.