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  • Una pequeña espina puede causar mucho sufrimiento. Una pequeña nube puede ocultar el sol. Pequeñas zorras estropean las viñas; y pequeños pecados hacen daño al tierno corazón. Estos pequeños pecados excavan en el alma, y la llenan tanto de lo que es odioso a Cristo, que él no tendrá comunión con nosotros. Un gran pecado no puede destruir a un cristiano, pero un pequeño pecado puede hacerlo miserable.

    C. H. Spurgeon (2006). “Morning by Morning”, p.151, Hendrickson Publishers