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  • Preferiría ser santo a ser feliz, si ambas cosas pudieran divorciarse. Si fuera posible para un hombre estar siempre afligido y, sin embargo, ser puro, elegiría la aflicción si pudiera ganar la pureza, porque estar libre del poder del pecado, estar hecho para amar la santidad, es la verdadera felicidad.

    Charles Spurgeon (1997). “God's Grace to You”, p.7, Whitaker House