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Aprendemos a rezar rezando. Uno puede dedicar incontables horas a examinar las experiencias de los demás, pero nada penetra en el corazón humano como lo hace una ferviente oración personal y su respuesta celestial.
Aprendemos a rezar rezando. Uno puede dedicar incontables horas a examinar las experiencias de los demás, pero nada penetra en el corazón humano como lo hace una ferviente oración personal y su respuesta celestial.