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¿No te das cuenta cuando estás con alguien que te escucha? Te escucha, te escucha de verdad. Oye la tristeza en tu tono o capta tu alegría. Sé un oyente, de la música, de la vida, de los demás, de Dios. La vida es ruidosa, pero hay música en cada latido. Dios está esperando para traer alegría y paz a la confusión de nuestros días.