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No existe ningún país en el mundo en el que las leyes puedan ocuparse de todo, o en el que las instituciones políticas puedan sustituir al sentido común y a la moralidad pública.
No existe ningún país en el mundo en el que las leyes puedan ocuparse de todo, o en el que las instituciones políticas puedan sustituir al sentido común y a la moralidad pública.