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  • Así pues, la gran prueba de la vida es ver si escuchamos y obedecemos los mandamientos de Dios en medio de las tormentas de la vida. No se trata de soportar las tormentas, sino de elegir lo correcto mientras arrecian. Y la tragedia de la vida es fallar en esa prueba y así no calificar para regresar en gloria a nuestro hogar celestial.