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  • Repaso todo lo que sé, pero no puedo sintetizar ningún sentido. Cuando me adormezco, el Hecho, la cierta calamidad consumada, me despierta bruscamente como una enfermera brutal. Lo veo agazapado inflexiblemente en una esquina del techo. Desciende en diagonal geométrica como un relámpago.Dice: Yo permanezco, YO SOY, yo nunca dejaré de ser: a tu memoria le crecerá un vidriado de muerte: tú olvidarás, tú te desvanecerás, pero yo no puedo deshacerme.Así, cada cuarto de hora me pone el sabor de la muerte en la boca, y me muestra, pero no suavemente, cómo voy puteando tras el olvido.