El hijo huirá de la familia no a los dieciocho, sino a los doce, emancipado por su glotona precocidad; volará no para buscar aventuras heroicas, no para liberar a una bella prisionera de una torre, no para inmortalizar una buhardilla con pensamientos sublimes, sino para fundar un negocio, enriquecerse y competir con su infame papá.