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  • Como cualquier buena droga, la ira puede enmascarar toda la realidad. Pero la ira no es una emoción fácil de invocar a demanda, por eso un enemigo es tan maravilloso. Estás cansado. No has dormido bien. No tienes energía. Entonces tienes suerte. Entras en el aparcamiento del cobertizo para botes y ves a tu enemigo favorito. Lo celebras. Tu entrenamiento está salvado. Una mirada a ese cabeza de chorlito puede ponerte en la zona de ira. Mientras apagas el coche, puedes sentir cómo cambia todo tu ser físico. La respiración aumenta. La expresión apagada de tu cara se transforma mágicamente en la mirada poderosa de un auténtico guerrero del remo.