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  • Jesucristo nos ha comprado con Su sangre, pero, ¡ay! Pagó por TODO, y no ha tenido más que un fragmento de nuestra energía, tiempo y ganancias. Por medio de un acto de consagración, pidámosle perdón por el robo del pasado, y profesemos nuestro deseo de ser de ahora en adelante completamente y sólo para Él: Sus esclavos, sin tener más amo que Él mismo.