Autores:
  • Hacia el final de la Guerra Fría, el capitalismo creó un horror militar: la bomba de neutrones, un arma que destruye la vida dejando intactos los edificios. Durante la Cuarta Guerra Mundial, sin embargo, se ha descubierto una nueva maravilla: la bomba financiera. A diferencia de las lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, esta nueva bomba no sólo destruye la polis (aquí, la nación), imponiendo la muerte, el terror y la miseria a quienes la habitan, sino que transforma su objetivo en una pieza más del puzzle de la globalización económica.