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  • Pero el amor de Dios es lo suficientemente grande como para tocar cualquier vida, para hacer luz de cualquier oscuridad. Jesús vino para que tuviéramos vida, para que ya no tuviéramos que morir en la depresión, la ira o el dolor. Él amó a la gente para que volviera a la vida. Iba a cualquier parte, hablaba con cualquiera. Y dondequiera que fuera, se detenía por el olvidado, el rechazado, el marginado, el enfermo, incluso el muerto de piedra. Incluso un ladrón que moría por sus crímenes en la cruz junto a Él. En el Reino del amor de Dios no hay pecador que no pueda volver a casa.