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  • Cuando las aguas de un lago están absolutamente quietas, el lago refleja perfectamente los árboles, el cielo y todo lo que le rodea. A la menor brisa, con la menor ondulación de las aguas, el lago no refleja nada más que a sí mismo. Para ver al otro con claridad y objetividad, primero hay que dominar la quietud. La más leve brisa de juicio o interpretación de la mente racional creará una ondulación que hará añicos la Conciencia y nos devolverá a la percepción ordinaria.