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  • ¿Cuál es, entonces, el verdadero Evangelio de la coherencia? El cambio. ¿Quién es el hombre realmente coherente? El hombre que cambia. Puesto que el cambio es la ley de su ser, no puede ser coherente si se estanca en la rutina.

    Mark Twain (1992). “Twain: Collected Tales, Sketches, Speeches, and Essays, Volume 1: 1852-1890”, p.1192, Library of America