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El hombre medio tiene una ignorancia cuidadosamente cultivada sobre los asuntos domésticos -desde qué hacer con las migas hasta el número de teléfono del tendero-, una especie de alegre ineficacia que le protege.
El hombre medio tiene una ignorancia cuidadosamente cultivada sobre los asuntos domésticos -desde qué hacer con las migas hasta el número de teléfono del tendero-, una especie de alegre ineficacia que le protege.