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Las matemáticas, vistas correctamente, poseen no sólo la verdad, sino la belleza suprema: una belleza fría y austera... pero sublimemente pura y capaz de una severa perfección que sólo el arte más grande puede mostrar.
Las matemáticas, vistas correctamente, poseen no sólo la verdad, sino la belleza suprema: una belleza fría y austera... pero sublimemente pura y capaz de una severa perfección que sólo el arte más grande puede mostrar.