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¡Qué encantadora es la filosofía divina! No es áspera y torpe, como suponen los tontos, sino musical como el laúd de Apolo, y un perpetuo festín de dulces néctares donde no reina el crudo exceso.
¡Qué encantadora es la filosofía divina! No es áspera y torpe, como suponen los tontos, sino musical como el laúd de Apolo, y un perpetuo festín de dulces néctares donde no reina el crudo exceso.