Con qué facilidad convertimos las cosas en camino, verdad y vida. O, llamamos a la atmósfera caliente como vida, etiquetamos el pensamiento claro como vida. Consideramos la emoción fuerte o la conducta externa como vida. Pero, en realidad, no son vida. Debemos darnos cuenta de que sólo el Señor es vida. Cristo es nuestra vida. Y es el Señor quien vive esta vida en nosotros. Pidámosle que nos libere de los muchos asuntos externos y fragmentarios para que sólo podamos tocarle a Él. Que podamos ver al Señor en todas las cosas: el camino, la verdad y la vida se encuentran en el conocimiento de Él. Que conozcamos realmente al Hijo de Dios y le dejemos vivir en nosotros. Amén.