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La sociedad estadounidense actual -ya sea a través de la cultura pop, la religión o las instituciones- infla constantemente la sexualidad y la moralidad. Idolatrar la virginidad como representante de la moralidad femenina significa que nada más importa: ni lo que logramos, ni lo que pensamos, ni lo que nos importa y por lo que trabajamos. Sólo si tenemos sexo, cómo lo tenemos y con quién. Eso es todo.