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  • La humildad es la salvaguardia de la castidad. En materia de pureza, no hay mayor peligro que no temer el peligro. Por mi parte, cuando encuentro a un hombre seguro de sí mismo y sin temor, lo doy por perdido. Me alarma menos el que es tentado y resiste evitando las ocasiones, que el que no es tentado y no tiene cuidado de evitar las ocasiones. Cuando una persona se pone en una ocasión, diciendo: no caeré, es señal casi infalible de que caerá, y con gran daño de su alma.