-
Quédate, mi señor, y deja que tu razón con tu cólera cuestionen que es lo que pretendes: escalar colinas empinadas requiere un paso lento al principio: la ira es como un caballo caliente, que si se le permite su camino, se cansa por sí mismo. Ningún hombre en Inglaterra puede aconsejarme como tú: sé contigo mismo como serías con tu amigo.