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  • La paz, sin embargo, no es sólo un don que se recibe: es también una tarea que hay que emprender. Para ser verdaderos artífices de la paz, debemos educarnos en la compasión, la solidaridad, el trabajo en común, la fraternidad, en ser activos dentro de la comunidad y preocuparnos por concienciar sobre los problemas nacionales e internacionales y la importancia de buscar mecanismos adecuados para la redistribución de la riqueza, la promoción del crecimiento, la cooperación al desarrollo y la resolución de conflictos. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios", como dice Jesús en el Sermón de la Montaña.