Todas las tradiciones religiosas en las que nos inspiramos tienen una reverencia por la vida. Formamos parte de una intrincada red de vida. Todas las tradiciones en las que nos inspiramos enseñan que la máxima expresión de nuestra espiritualidad es nuestra acción. Una espiritualidad profunda conduce a la acción en el mundo. Una profunda reverencia por la vida, el amor por la compleja belleza de la naturaleza y el sentido de íntima conexión con el cosmos conducen inevitablemente al compromiso de trabajar por la justicia medioambiental y social.