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Es suyo arrancar la flor amarantina de la fe, y alrededor de las sienes del que sufre atar coronas que soporten la lluvia más pesada de la aflicción, y no se encojan ante el viento más agudo de la pena.
Es suyo arrancar la flor amarantina de la fe, y alrededor de las sienes del que sufre atar coronas que soporten la lluvia más pesada de la aflicción, y no se encojan ante el viento más agudo de la pena.