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No hay ninguna razón terrenal por la que un instrumento de cuerda solista o una voz, teniendo la posibilidad de tocar o cantar con entonación pura, deban querer, o intentar, ser temperados.
No hay ninguna razón terrenal por la que un instrumento de cuerda solista o una voz, teniendo la posibilidad de tocar o cantar con entonación pura, deban querer, o intentar, ser temperados.