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Conocer la Cruz no es sólo conocer nuestros propios sufrimientos. En efecto, la Cruz es signo de salvación, y nadie se salva por sus propios sufrimientos. Conocer la Cruz es saber que somos salvados por los sufrimientos de Cristo; más aún, es conocer el amor de Cristo, que sufrió el sufrimiento y la muerte para salvarnos. Es, pues, conocer a Cristo.