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  • Armadas con todos los poderes, disfrutando de toda la riqueza que deben a la ciencia, nuestras sociedades siguen intentando practicar y enseñar sistemas de valores ya destruidos de raíz por esa misma ciencia. El hombre sabe por fin que está solo en la inmensidad indiferente del universo, del que ha surgido por azar. Su deber, como su destino, no está escrito en ninguna parte.