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  • Y que al fin mi cansada edad encuentre la apacible ermita, la bata peluda y la celda musgosa, donde pueda sentarme y hechizar con razón cada estrella que el cielo muestre, y cada hierba que beba el rocío, hasta que la vieja experiencia alcance algo parecido a la tensión profética.

    c.1631 Il Penseroso, l.167-74.