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Un buen día, mientras mi madre metía el pan en el horno, me acerqué a ella y, cogiéndola por el codo embadurnado de harina, le dije: "Mamá, quiero ser pintor".
Un buen día, mientras mi madre metía el pan en el horno, me acerqué a ella y, cogiéndola por el codo embadurnado de harina, le dije: "Mamá, quiero ser pintor".