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Canalizo lo rutinario y lo nuevo e inédito. Mi cabeza siempre ha sido la más ajetreada de las encrucijadas, un festival de llegadas felices e infelices. En las horas previas al amanecer, cuando era niño, Dios me enviaba palabras como visitantes.
Canalizo lo rutinario y lo nuevo e inédito. Mi cabeza siempre ha sido la más ajetreada de las encrucijadas, un festival de llegadas felices e infelices. En las horas previas al amanecer, cuando era niño, Dios me enviaba palabras como visitantes.