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  • No hay razón para aceptar las doctrinas elaboradas para sostener el poder y los privilegios, ni para creer que estamos constreñidos por leyes sociales misteriosas y desconocidas. Se trata simplemente de decisiones tomadas en el seno de instituciones sujetas a la voluntad humana y que deben superar la prueba de la legitimidad. Y si no superan la prueba, pueden ser sustituidas por otras instituciones más libres y más justas, como ha ocurrido a menudo en el pasado.