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  • Érase una vez un árbol torcido y otro recto. Y crecían uno al lado del otro. Y todos los días el árbol recto miraba al árbol torcido y le decía: "Estás torcido. Siempre has estado torcido y seguirás estándolo. Pero mírame a mí. Mírame", decía el árbol recto. Decía: "Soy alto y soy recto". Y un día los leñadores llegaron al bosque y miraron a su alrededor, y el encargado dijo: "Cortad todos los árboles rectos". Y ese árbol torcido sigue ahí hasta el día de hoy, creciendo fuerte y creciendo extraño.