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  • La mejor hora de los hombres y de las naciones consiste en esos momentos en los que un desafío extraordinario recibe una respuesta extraordinaria. Por eso, en esas horas más oscuras, debemos encender nuestras velas individuales en lugar de competir con otros para llamar la atención sobre la oscuridad que nos envuelve. Nuestra indignación ante la injusticia debe llevarnos a la iluminación, porque si no lo hace, sólo contribuimos a la desesperación, y el momento de mayor peligro es cuando hay tan poca luz que la oscuridad parece normal.