Autores:
  • Cuando albergamos emociones negativas hacia los demás o hacia nosotros mismos, o cuando creamos dolor intencionadamente para los demás, envenenamos nuestros propios sistemas físicos y espirituales. Con mucho, el veneno más fuerte para el espíritu humano es la incapacidad de perdonarse a uno mismo o a otra persona. Inhabilita los recursos emocionales de una persona. El reto... es refinar nuestra capacidad de amar a los demás tanto como a nosotros mismos y desarrollar el poder del perdón.