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Han pasado diez años desde que una perfecta mañana de cielo azul se convirtió en la más negra de las noches. Desde entonces hemos vivido bajo el sol y en la sombra, y aunque nunca podremos olvidar lo que ocurrió aquí, también podemos ver que los niños que perdieron a sus padres se han convertido en jóvenes adultos, han nacido nietos y han arraigado las buenas obras y el servicio público para honrar a quienes amamos y perdimos.