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Es un maravilloso subyugador, esta necesidad de amor -esta hambre del corazón- tan perentoria como aquella otra hambre por la que la Naturaleza nos obliga a someternos al yugo, y a cambiar la faz del mundo.
Es un maravilloso subyugador, esta necesidad de amor -esta hambre del corazón- tan perentoria como aquella otra hambre por la que la Naturaleza nos obliga a someternos al yugo, y a cambiar la faz del mundo.