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El instante del nacimiento es exquisito. El dolor y la alegría son uno en ese momento. Después, el tenue recuerdo es tan dulce que hablamos a nuestros hijos con una gratitud que nunca entenderán.
El instante del nacimiento es exquisito. El dolor y la alegría son uno en ese momento. Después, el tenue recuerdo es tan dulce que hablamos a nuestros hijos con una gratitud que nunca entenderán.