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  • Sigue prevaleciendo una visión anticuada de que un estilo de vida bajo en carbono requiere un inmenso sufrimiento y sacrificio personal. En mi opinión, nada más lejos de la realidad. Todas las pruebas demuestran que las personas que no conducen, no vuelan en avión, compran en su localidad, cultivan sus propios alimentos y conocen a otros miembros de su comunidad tienen una calidad de vida muy superior a la de sus compatriotas que aún persisten en hacer el sacrificio supremo de malgastar sus vidas desplazándose al trabajo en coche.