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  • ¿No es curioso cómo los recuerdos que atesoras antes de una ruptura pueden convertirse en tus peores enemigos después? Los pensamientos en los que te gustaba pensar, los recuerdos que querías exponer a la luz y ver desde todos los ángulos... de repente parece mucho más seguro encerrarlos en una caja, lejos de la luz del día y tirar la llave. No es un acto de amargura. Es un acto de autopreservación. No siempre es mala idea quedarse detrás de la ventana y mirar la vida desde fuera, ¿verdad?