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El término hispano, acuñado por los expertos en tecnomarketing y por los diseñadores de campañas políticas, homogeneiza nuestra diversidad cultural (chicanos, cubanos y puertorriqueños se vuelven indistinguibles), elude nuestra herencia cultural autóctona y nos vincula directamente con España. Peor aún, posee connotaciones de movilidad ascendente y obediencia política.