-
Cada uno de nosotros es un místico. Podemos darnos cuenta o no, incluso puede que no nos guste. Pero lo sepamos o no, lo aceptemos o no, la experiencia mística siempre está ahí, invitándonos a un viaje de descubrimiento final. Se nos ha concedido el don de la vida en este mundo desconcertante para convertirnos en lo que somos en última instancia: criaturas de amor ilimitado, compasión solícita y sabiduría. La existencia es una llamada al viaje eterno del sabio, el sabio que todos somos, si tan sólo pudiéramos verlo.