Quiero hacer lo correcto, pero a menudo no sé qué es lo correcto. Cada día sé que me he quedado corto en lo que me gustaría haber hecho. Sin embargo, a medida que pasan los años y veo el propio mundo, con sus océanos y montañas y llanuras, como algo inacabado, una pequeña y peculiar satisfacción caza en los rincones de mi corazón. Las puestas de sol y las sombras del atardecer me hacen lamentar las tareas inacabadas, pero el sueño, el amanecer y el aire de la mañana me infunden nuevas esperanzas. Cosas extrañas entran por mi ventana en alas del viento nocturno y no me preocupa mi destino.