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  • Lo peor es que el pensamiento más duro no traerá pensamientos. Deben venir como buenos hijos de Dios y gritar: "Aquí estamos". Gastas esfuerzo y energía pensando duramente. Entonces, cuando ya te has dado por vencido, entran paseando con las manos en los bolsillos. Sin embargo, si no se hubiera hecho el esfuerzo de abrir la puerta, quién sabe cuándo podrían haber venido.