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  • Lo que queremos es ser reales. No aparentemos ser más de lo que somos. No nos pongamos ningún disfraz, ninguna supuesta humildad, sino que seamos reales; ése es el deleite de Dios. Dios quiere que seamos hombres y mujeres de verdad, y si profesamos ser lo que no somos, Dios lo sabe todo de nosotros. Dios odia la farsa.