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  • Otras personas piensan exactamente lo contrario: se entregan sin pensárselo dos veces, esperando encontrar en la pasión la solución a todos sus problemas. Responsabilizan a la otra persona de su felicidad y la culpan de su posible infelicidad. Están eufóricas porque ha ocurrido algo maravilloso o deprimidas porque algo inesperado acaba de arruinarlo todo.