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El caballero no recuerda innecesaria e innecesariamente a un ofensor un agravio que pueda haber cometido contra él. No sólo puede perdonar, sino también olvidar; y se esfuerza por alcanzar la nobleza de sí mismo y la dulzura de carácter que le dan la fuerza suficiente para dejar que el pasado sea pasado. Un verdadero hombre de honor se siente humillado cuando no puede evitar humillar a los demás.